El pequeño y vivas picaflor se hallaba enamorado de la alta e impávida cigüeña. Pero inútilmente. La cigüeña desdeñaba sus requerimientos. El picaflor insistió que, al fin la cigüeña lo propuso:
aremos: si llego yo, desapareces de mi presencia.
El picaflor acepto regocijado, pues estaba seguro de ganar. El picaflor vuela muy ligero y la cigüeña lentamente.
Se inició la carrera…
El picaflor tomo la delantera, pero al llegar a la mitad del ancho río, sus alas ya no respondían a sus deseos de seguir volando.
La fatiga lo dominaba a tal punto que, no pudiendo seguir, intento volver para atrás. Pero eso ya era imposible.
Entonces sin voluntad para nada, el picaflor se dejó caer lentamente al agua. Y quedo flotando.
En ese mismo instante apareció la cigüeña y aproximándose a él le dijo:
¡Tómate de mis patas! Así lo hizo el picaflor y la cigüeña, con tanta lentitud como seguridad, continúo volando hasta llegar a la otra orilla.
El picaflor acepto regocijado, pues estaba seguro de ganar. El picaflor vuela muy ligero y la cigüeña lentamente.
Se inició la carrera…
El picaflor tomo la delantera, pero al llegar a la mitad del ancho río, sus alas ya no respondían a sus deseos de seguir volando.
La fatiga lo dominaba a tal punto que, no pudiendo seguir, intento volver para atrás. Pero eso ya era imposible.
Entonces sin voluntad para nada, el picaflor se dejó caer lentamente al agua. Y quedo flotando.
En ese mismo instante apareció la cigüeña y aproximándose a él le dijo:
¡Tómate de mis patas! Así lo hizo el picaflor y la cigüeña, con tanta lentitud como seguridad, continúo volando hasta llegar a la otra orilla.
Moraleja: El amor debe ser lento y seguro; lento y seguro con el volar de la cigüeña.
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