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Hola queridos amigos, este blog esta hecho para la gente que guste de los cuentos de la selva, con sus misterios, constumbres y mantener el incólume estusiasmo que caracteriza a cada pueblo y cada ciudad, el proposito exclusivo es ilustrar una enseñanza moral, ejemplar y difundir la literatura amazónica, aqui les dejo una recopilacion de los cuentos de mi ciudad y de la mayoria de la selva amazonica.

viernes, 20 de agosto de 2010

Cuento: El Ayaymaman

Cuéntese que en una mísera choza, a orillas de un rio amazónico, vivía feliz un hombre con su mujer y tres hijos, todavía pequeños, siendo el menor de ellos una mujercita.
La madre enfermo gravemente y al cabo de unos días murió, dejando un gran vacío en su hogar.
Con el correr del tiempo el recuerdo de la muerte se fue borrando y otra mujer vino a remplazarla junto a sus hijos, no como madre desinteresada y amante si o como mujer mezquina y perversa, que llevada por instintos malos y pretextos para la imposibilidad de alimentarlos les obligo a internarse por una trocha hasta dejarles en lo más intrincado de la selva. Los tres niños caminaron, incansables, desgarrándose en la maleza y comiendo una que otra raíz o fruta que encontraba el mayor de los tres.
Llego un día en que desnud

El Ayaymaman
os, enflaquecidos y hambrientos, se hallaban llorosos, oyendo los rumores del viento en las altas copas de los árboles, mientras la oscuridad se hacía más intensa y la selva parecía sacudida por los gritos desaforados de millares de grillos, cuando notaron algo raro en sus cuerpecitos, ya no sentían tanto el frio y cuando caminaban parecía rozar apenas en la hojarasca. Cuál no sería su sorpresa al verse con plumas y unas pequeñas alas que de día en día fueron creciendo al mismo tiempo que se les desaparecía sus manos y los pies.

No pasaron mucho días que convertidos en pájaros volaban inseparables por la selva en busca de alimento; hasta que una tarde exhaustos, fueron a posarse en las ramas de un cético, desde donde distinguieron la chacra de su padre. Deseosos por darse a conocer volaron hasta una retama en el preciso instante en que salía de la casa la mujer, la que al ver la forma extraña de los pájaros y comprendiendo que eran los niños, que ella había arrojado a la selva, cogió al que se encontraba más cerca y le corto la cabeza.
Los otros dos se fueron volando y es desde entonces que en las noches de luna, cuando todos están tranquilo, se oye, rompiendo el silencio un canto lastimero.

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